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Barcelona, 1979. Óscar Drai estudia y reside en un internado de la capital catalana, en las faldas de la carretera de Vallvidrera, en un barrio cercano al paseo de la Bonanova, flanqueado de viejas mansiones casi en ruinas, vestigios de una época esplendorosa que lentamente languidece. Un encuentro casual en una de esas casonas transformará su vida. En uno de esos palacetes conocerá a Marina y a su padre Germán.
Todo comenzó en un vagón de tren que se dirigía a Mhow desde Ajmer. Allí fue donde el narrador de nuestra historia se cruzó por primera vez con dos buscavidas británicos dispuestos a hacer cualquier cosa para tener éxito en la vida: Daniel Dravot y Peachey Carnehan. Volverían a verse dos veces más. En una le contaron su disparatado plan: viajar a Kafiristán, una parte remota de Afganistán, para enriquecerse. En la siguiente ocasión que los vio conoció el desenlace de su peripecia.
Un joven huérfano, John Trenchard, lleva una vida cómoda y tranquila en Moonfleet, un pequeño pueblo de la costa sur de Inglaterra. Por casualidad descubre un túnel secreto en la iglesia del pueblo que lleva a unos subterráneos utilizados por los contrabandistas. Ahí encuentra un cofre que contiene pistas para hallar el paradero del legendario diamante de Barbanegra, un tesoro supuestamente maldito.
Tiuri está a punto de ser nombrado caballero. Tiene dieciséis años y está velando sus armas junto a otros compañeros en una capilla. Ahí deben pasar toda la noche, en silencio. A través de las ventanas un anciano desconocido pide socorro. Si abandona la estancia romperá una tradición milenaria y nunca podrá recibir el espaldarazo que lo hará caballero. Finalmente accede ayudarlo. Así comienza una extraordinaria epopeya que lo llevará desde el reino de Dagonaut hasta el de Unawen a través de bosques y montañas.