Espacios
El Alcázar de Toledo tiene sus orígenes en una fortaleza, construida en un lugar elevado sobre el Tajo por los romanos y modificada y adaptada por visigodos y árabes. El rey Alfonso VI, tras la conquista de la ciudad, fijó su residencia en ella mientras que Fernando III y Alfonso X consolidaron esta estructura defensiva.
La construcción medieval que aún puede verse en algunos grabados del siglo XVI fue convertida por Carlos I y Felipe II en el gran palacio renacentista que hoy conocemos, para lo cual contaron con la aportación sucesiva de los mejores arquitectos del momento: Alonso de Covarrubias, Juan de Herrera, Francisco de Villalpando, Diego de Alcántara y Juan Bautista Monegro.
El edificio fue destruido por un incendio durante la Guerra de Sucesión, hacia 1710. En 1771, Carlos III lo cede al Cardenal Lorenzana, que establece en él la Casa de Caridad. Sin embargo, el edificio vuelve a sufrir un nuevo desastre y es incendiado por las tropas de Napoleón en 1810. Por este motivo, será reedificado en 1882, momento en el que se instala la Academia General Militar. Pero de nuevo conoce la desgracia, y otro incendio lo destruye apenas siete años después. De nuevo será construido y dedicado al mismo fin de academia militar, hasta el asedio sufrido en la Guerra Civil. En las décadas posteriores a ésta, albergará el Museo del Asedio y el Gobierno Militar.
Desde que en 1998 la Biblioteca de Castilla-La Mancha abriera sus puertas, este edificio histórico adquirió su nueva condición de lugar de encuentro, comunicación y ocio gracias a la función cultural que hoy desempeña, y que se ha visto reforzada con la instalación del nuevo Museo del Ejército.