Thomas Montasser
Madrid: Maeva, 2016

Una librería con magia

Una librería puede parecer solo un sitio donde se venden libros y un librero, para la mayoría de la gente, no es más que la persona encargada de venderlos. No es ese el punto de vista de Thomas Montasser, autor de esta novela, con la que nos traslada su ferviente y apasionado amor por los libros y por las librerías pequeñas, cercanas, de barrio, lugares propicios para el contacto de las personas con historias maravillosas, fantásticas o azarosas a través de unos artefactos más o menos complejos llamados libros.

La protagonista no es solo la librería. Vallerie es una joven estudiante de Económicas que, de forma inesperada, tiene que hacerse cargo del negocio. Su tía Charlotte, casi octogenaria, un buen día desaperece dejando una breve nota por la que nombra a Vallerie responsable de la librería durante su ausencia, quién sabe si definitiva. La economía empresarial, ciencia útil pero imprecisa, se basa en inventarios, gestión de mercancías, control de caja, liquidez, deudas, suministros… Una librería, en los tiempos que corren, no es más que un almacen de impresos que han de ser explotados comercialmente. Esa es la primera visión de Valerie, intentar obtener cierta rentabilidad y, si no, proceder a la liquidación de la librería, pero la visión cambia, poco a poco, al ritmo que se suceden las lecturas y los escasos aunque interesantes clientes. El negocio que se asomaba al precipico de la quiebra se transforma en un gabinete de fantasías, una fuente de conocimientos, una recopilación de tradiciones del pasado y del presente, un lugar donde soñar.

Así contado, puede parecer que se trata de una novelita utópica y moralizante, sobre las bondades de los libros. Sería una reducción batante cursi de la obra. Si queremos encontrar una moraleja en esta lectura es que hay que perder el miedo al cambio y afrontar la vida mirando al futuro, de nada sirve aferrarnos al lastre del pasado.