Puede que tengamos referencias de este libro por haber visto alguna noticia sobre el juicio que precedió a su publicación, o por las reseñas que han aparecido en los medios. Más allá de la polémica y el éxito, esta biografía es un ejercicio sincero de reconocimiento del dolor, una exploración de los límites en los que podemos llegar a vivir y del poder de la música ante un proceso de autodestrucción. Pero que nadie imagine un libro de autoayuda, ni de mantras sobre la curación a través de la música.

James Rhodes vuelca sobre estas páginas el testimonio de una infancia marcada por abusos sexuales (él los denomina violaciones) y su consecuente vida dislocada. Una adolescencia y juventud cuyo el eje fue un sufrimiento con múltiples variantes, y un instrumento que terminaba cruzándose en su camino, el piano. Y pese a estos cimientos, es un libro lleno de vitalidad y búsqueda inconsciente de la felicidad, que encierra una invitación a descubrir la música y a entregarnos a aquello que nos gusta. Una de esas extrañas lecturas en las que uno sabe cómo entra, pero no cómo ni por dónde sale. Un libro para leer, escuchar y, sobre todo, sentir.