La voluntad de hierro de Zátopek, su dedicación a la carrera sin contemplaciones, su afán de superación, su obsesión por mejorar, protagonizan esta novela, pero también su curiosidad y su estupor ante un mundo que no entiende, sus desengaños, sus años crepusculares como corredor de fondo y su oposición al régimen, que le valdrían la expulsión del partido comunista.

Con una prosa sencilla, concisa, eficaz, y también poética, Jean Echenoz dibuja la semblanza de un atleta que se convirtió en un mito de tal envergadura que cuando es castigado por las autoridades checoslovacas y relegado a las labores de basurero, sus compañeros se niegan a que él recoja la basura. Una vez más se limita a correr, de arriba a abajo, y mientras lo hace, los vecinos del barrio bajan a la calle y ellos mismos vacían su cubo en el camión, y lo aclaman.

Correr es la historia de un hombre que merecía ser contada y que en Jean Echanoz ha encontrado el narrador perfecto.