Una historia dura. Estamos ante un libro autobiográfico donde la protagonista y escritora cuenta su experiencia como miembro de una familia mormona fundamentalista, en la que se practicaba la religión de un modo muy estricto, hasta el punto de que su padre impedía a su familia utilizar la medicina convencional o ir a la escuela, poniendo como excusa la obediencia a su Dios. La autora denuncia los estragos que, sobre las personas y, sobre la sociedad, causa una creencia mal interpretada de la religión donde el fanatismo lleva a que los adeptos pierdan el sentido de la realidad, dejando decisiones vitales en manos de una creencia; dejando el futuro personal y las responsabilidades personales en manos de otros, y donde lo más importante no es el individuo, sino el grupo y la protección de unas creerncias.

La protagonista es una jovencita valiente que intuye que la Educación será su salvación y, a pesar de la oposición de su familia, reúne la fuerzas necesarias para aprobar el acceso a la universidad y pisa por primera vez un aula con 17 años, llega a ir la Universidad Brigham Young (Universidad privada mormona). De ahí cruza el océano y se gradúa en Cambridge pero, cuando está a punto de lograr su sueño, sus padres le ponen un ultimátum: o su graduación o su religión (lo que incluye la aprobación o rechazo de su familia para siempre). Ella ya había visto, gracias a su investigación sobre la historia y doctrina de la secta, que las cosas no eran como se las habían contado y no puede aceptar volver a la secta de la que ya está liberada (que profetas como José Smith tuviera más de 30 esposas y Briham Young más de 50, fue algo que nadie le había contado y esto llama su interés en saber más).

Es un gran ejemplo de valentía y coraje, representa un vívido testimonio de que es posible salir de una secta destructiva si el adepto se da una oportunidad de informarse y formarse. Un firme testimonio de que hay vida después de abandonar una secta, y esa vida será vivida en plena libertad.