Tras el espejo la musa escribe: lírica femenina de los Siglos de Oro
En 1405 Christine de Pizan publicaba La ciudad de las damas, obra que daría lugar a lo que se ha conocido como la “querella de las mujeres”. Un largo debate que se desarrollaría durante siglos sobre las capacidades intelectuales y morales de las mujeres. La teología, la filosofía y la ciencia justificaban su inferioridad, arrinconándola en el silencio del espacio doméstico, sin acceso a la educación, la política o la creación artística o literaria.
Sin embargo, un nutrido grupo de mujeres buscaron y encontraron resquicios en el sistema. Fisuras que aprovecharon para levantar su voz, aunque no estuviese autorizada y se vieran obligadas a utilizar diferentes estrategias y subterfugios. Una de estas pioneras fue santa Teresa de Jesús. Cuando fray Luis de León publicó sus obras en 1588, la santa se convirtió en un modelo y en una referencia. Una voz autorizada que muchas mujeres trataron de imitar.
Julián Olivares y Elizabeth S. Boyce proponen una antología de mujeres poetas de los siglos XVI y XVII como Leonor de la Cueva y Silva, Catalina Clara Ramírez de Guzmán, María de Zayas o sor Marcela de San Félix. Analizan las distintas estrategias que emplearon y los perfiles autoriales que adoptaron. Una voz poética que tuvo que adaptarse a un código literario pensado para la escritura masculina, donde a la mujer se le asignaba el rol de objeto poético, pero se le negaba el papel de sujeto creador.
Clasificadas por la crítica como “conformistas subversivas”, con sigilo y determinación desafiaron el canon de las letras masculinas e iniciaron un largo proceso histórico de subversión.