Elogio del caminar

Caminar es una apertura al mundo, una manera de zambullirse en él, dejándose seducir por un sinfín de sensaciones, que dotan al caminante de una extraña emoción de vitalidad. Caminar es encontrarse a uno mismo mientras recorre caminos y senderos, cruza bosques y montañas, parques o rincones olvidados de la ciudad a los que el conductor —secuestrado por las urgencias de la vida moderna— jamás podrá acceder. Caminar es también el encuentro con los otros, con los compañeros de viaje y con otros caminantes.

Cuando caminamos descubrimos y redescubrimos, meditamos, miramos, respiramos. El cuerpo se agita, se activa el corazón y los músculos se tensan. Cuando caminamos, nos evadimos de la modernidad, nos burlamos de ella y hacemos un inciso en las rutinas de la vida cotidiana. Aunque carguemos con una mochila, más o menos ligera, nos libramos del abrumador peso de la vida moderna.

David Le Breton, sociólogo y antropólogo, entabla una conversación con ilustres andariegos como Stevenson, Pierre Sansot o Bashō, mientras se aventura por los caminos, en una elogiosa reivindicación del caminar. Su ensayo, divertido y ameno, se convierte en una obra irreverente y refrescante, que cuestiona nuestro actual modo de vivir y nos invita a calzarnos un par de zapatillas y a patear el mundo para sentirlo con intensidad.

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